Hace 46 años, la prestigiosa revista “Selecciones”(edición de octubre de 1965) del Readers Digest publicaba un condensado del artículo “Fiebre de oro en los mares del Perú” escrito por Donald Stroetzel (publicado en “Américas”).
Stroetzel decía que en 1950 el Perú no estaba ni siquiera entre los 25 principales países pesqueros del mundo y que en 1965 gracias a la anchoveta, se había colocado en el primer lugar de esos países y que los 160 millones de dólares de exportaciones, de entonces, aseguraban una balanza comercial favorable y una de las monedas más sólidas del mundo. Se hablaba de “el milagro peruano”.
Stroetzel decía que en 1950 el Perú no estaba ni siquiera entre los 25 principales países pesqueros del mundo y que en 1965 gracias a la anchoveta, se había colocado en el primer lugar de esos países y que los 160 millones de dólares de exportaciones, de entonces, aseguraban una balanza comercial favorable y una de las monedas más sólidas del mundo. Se hablaba de “el milagro peruano”.
La anchoveta era transformada en harina en pujantes fábricas que entonces daban empleo directo a 35 mil personas en los botes pesqueros y en las fábricas y miles más en industrias complementarias. En 15 años el Perú tuvo 15 grandes astilleros, 3 fábricas de redes y otras más para hacer boyas, planchas de acero, cascos de barcos, bombas, cables y millones de sacos para envasar la harina que se destinaba como alimento de aves y cerdos. El Perú importaba motores diesel, aparatos electrónicos para localizar los peces y las centrifugadoras para extraer el aceite del pescado pero incluso vendía botes e instalaciones a Chile.
Stroetzel cita a Manuel Elguera, decano de la industria de la harina de pescado del Perú, quien decía que este milagro se dio porque hubo empresarios audaces y dispuestos a asumir los riesgos de hacer empresa y no de un estado dirigista. Un ícono de ellos fue Luis Banchero Rossi, desaparecido trágicamente en “la noche vieja” de 1971.
Muchos pueblos pequeños como Chimbote, pasaron de 20 mil habitantes a 120 mil. El Callao fue escenario del nacimiento de muchos astilleros y Chacay, Supe y otras poblaciones costeras florecieron con el “milagro peruano”. Miles de peruanos andinos “bajaron” a la costa y se hicieron de un “mañana mejor”. Los cardúmenes de anchovetas parecían eternos. La Corriente de Humboldt era un “garante” de ello. Llegaron inversiones extranjeras, se modernizó la flota y las instalaciones fabriles. Se creó el Instituto de Recursos Marinos (hoy IMARPE) para proteger el recurso de la depredación.
Muchos pueblos pequeños como Chimbote, pasaron de 20 mil habitantes a 120 mil. El Callao fue escenario del nacimiento de muchos astilleros y Chacay, Supe y otras poblaciones costeras florecieron con el “milagro peruano”. Miles de peruanos andinos “bajaron” a la costa y se hicieron de un “mañana mejor”. Los cardúmenes de anchovetas parecían eternos. La Corriente de Humboldt era un “garante” de ello. Llegaron inversiones extranjeras, se modernizó la flota y las instalaciones fabriles. Se creó el Instituto de Recursos Marinos (hoy IMARPE) para proteger el recurso de la depredación.
Pero algo cortó este “círculo virtuoso” y “el milagro peruano” desapareció como cuando el salitre, el guano, el caucho y otros milagros desaparecieron. Un gobierno militar (1968-1980) estatizó la industria pesquera y creó un ente burocrático al que llamaron Pesca Perú. Los astilleros se convirtieron en estatales y la especie marina desapareció con la depredación. Hasta la Sociedad Nacional de Pesquería fue obligada a no llevar en su nombre el término “nacional”.
Millones de cerdos y pollos del Perú y del mundo se alimentaron menos los niños peruanos. La anchoveta se “quemaba” en las fábricas mientras gente moría de desnutrición y el estatismo y el poco cuidado con el equilibrio ecológico y de la biomasa arrasaba con nuestro mar. Enormes barcos factorías soviéticos, japoneses, polacos y otros depredaron nuestro mar con la venia del Estado. El “milagro” desapareció y la pobreza volvió a sumir las ciudades costeras y con ellas a miles de pescadores y trabajadores de la industria.
Millones de cerdos y pollos del Perú y del mundo se alimentaron menos los niños peruanos. La anchoveta se “quemaba” en las fábricas mientras gente moría de desnutrición y el estatismo y el poco cuidado con el equilibrio ecológico y de la biomasa arrasaba con nuestro mar. Enormes barcos factorías soviéticos, japoneses, polacos y otros depredaron nuestro mar con la venia del Estado. El “milagro” desapareció y la pobreza volvió a sumir las ciudades costeras y con ellas a miles de pescadores y trabajadores de la industria.
Hoy el milagro de la pesca ha vuelto a nacer. El Perú es de nuevo líder entre los países pesqueros y la Sociedad Nacional de Pesquería organiza su “II Festival de la anchoveta peruana”. La anchoveta ha regresado no solo para hacer harina sino para la alimentación de millones de peruanos. Ya no hay solo empresas “harineras” sino “conserveras” y para consumo humano directo. Hoy las empresas peruanas están entre las primeras del mundo como TASA, Hayduk o Exalmar.
No solo el ejemplo de lo pasado con la pesca nos debe llamar a la reflexión sino también la minería, que en esta última década dinamizo la economía nacional y que sigue siendo la principal generadora de trabajo. En ambos sectores productivos la mujer está teniendo una participación activa y cada vez más numerosa. Ambos sectores, junto con otros más, son los actores del “nuevo milagro peruano”. La economía peruana crece de nuevo como hace 46 años, nuestra moneda es fuerte de nuevo y miles de peruanos trabajan en esos sectores. Que no regresen los “estatistas”, que se cuide el equilibrio ecológico y las empresas asuman la responsabilidad social que tanto se habla. Que el “milagro peruano” sea inclusivo –pero no asistencialista- con aquellos que aún están en la pobreza extrema, que sea sostenible en el tiempo, que haya empleo de “calidad” y más emprendedoras y emprendedores dispuestos a arriesgar y recorrer los caminos que transitaron empresarios como: Luis Banchero Rossi, Alberto Benavides de la Quintana, grupo Añaños, entre otros y miles de anónimos peruanos que han hecho y siguen haciendo grande este megadiverso Perú.
No solo el ejemplo de lo pasado con la pesca nos debe llamar a la reflexión sino también la minería, que en esta última década dinamizo la economía nacional y que sigue siendo la principal generadora de trabajo. En ambos sectores productivos la mujer está teniendo una participación activa y cada vez más numerosa. Ambos sectores, junto con otros más, son los actores del “nuevo milagro peruano”. La economía peruana crece de nuevo como hace 46 años, nuestra moneda es fuerte de nuevo y miles de peruanos trabajan en esos sectores. Que no regresen los “estatistas”, que se cuide el equilibrio ecológico y las empresas asuman la responsabilidad social que tanto se habla. Que el “milagro peruano” sea inclusivo –pero no asistencialista- con aquellos que aún están en la pobreza extrema, que sea sostenible en el tiempo, que haya empleo de “calidad” y más emprendedoras y emprendedores dispuestos a arriesgar y recorrer los caminos que transitaron empresarios como: Luis Banchero Rossi, Alberto Benavides de la Quintana, grupo Añaños, entre otros y miles de anónimos peruanos que han hecho y siguen haciendo grande este megadiverso Perú.
Desde este lado de la mágica bruma
Tus amigas de
MUJER HOY